Zo Brinviyer

Zo Brinviyer

 

Escribir es explorar los miedos y anhelos más secretos, poner a prueba las propias creencias, destruirse, someterse a la experiencia y a la transformación.
El teatro debe ser algo explosivo, un acontecimiento que amenace y ponga en evidencia la falsedad. El actor no miente. La mentira está fuera. En el teatro es donde debe revelarse la verdad. Y creo que sólo puede brotar del límite. Por eso en el teatro no cabe el lenguaje cotidiano, ni personajes tibios, sólo puede haber palabras capaces de entrometerse en la decisión de la muerte, detenerla o acelerarla. Como la pólvora. Palabras que nos destrocen, retorcidas, que nos escupan a la cara. Esa es la exigencia del teatro, contra la que choca una y otra vez.

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Zo Brinviyer (1982) escribe y dirige teatro. Quiere ser Calamity Jane. Vive, desaparece y explora en Dinamarca. Enseña español y teatro en la Universidad de Copenhague. Celebra la luz tenue, el frío y las bicicletas. Ha estudiado dramaturgia y teoría de la literatura. Y se ha formado en danza contemporánea, butoh y flamenco. Pertenece a la Federación de Boxeo, el lugar que más echa de menos de Madrid, donde entrenó con Manolo del Río.
Ha experimentado con diferentes lenguajes, pero lo que de verdad siempre ha querido es contar historias. Ha trabajado con bailarines, actores y no-actores, niños, jóvenes, inmigrantes y estudiantes de español como lengua extranjera. Sigue buscando. Entrena. Duda. Enferma. Cada vez va menos al teatro. Y más a los descampados. Encuentra muñecas violadas. Vuelve. Escribe. Se enamora. Pierde. Escribe más. Y arde.

Teatrografía

2011 / Padre Coyote.
2011 / La bala podrida.
2010 / El deseo de ser infierno; publicado: Centro de Documentación Teatral, Madrid; premio nacional para autores emergentes Calderón de la Barca.
2010 / Wanted; estreno: Festival Óptica y en FIPA Pépinières Europèennes pour Jeunes Artistes
2009 / El tiempo de la sed; estreno: Teatro Cervantes, Málaga.
2007 / Cuando nada duele; estreno: Teatro Fernán Gómez, Madrid
2006 / Cómo vas a morir si no tienes madre; estreno: Teatro Pradillo, Madrid
2005 / Una gota de aceite hirviendo; publicado: Editorial Fundamentos.

otros textos:
2006 / Los bajos fondos.
2006 / Los negros.
2006 / Blanco.

– El deseo de ser infierno –
– Selección del texto seleccionado para The dangerous opportunity –

7 personajes

El circo de Buffalo Bill llega a los alrededores de Mettray, colonia penal para jóvenes delincuentes, desde el lejano y salvaje oeste. Y nada volverá a ser igual. Un muerto, Billy el Niño, vuelve para alimentar el sueño de los vivos. A partir de ahora: morder y escapar. Enfrentarse a la ley, despreciar el dolor, llenarse de tiempo y seguir corriendo. Porque es posible existir al margen, con el corazón en la frontera. Y sobrevivir arrojándose fuera del mundo.

– Fragmentos del texto seleccionado: El deseo de ser infierno –

JEAN.- Odiar no es un error.
Ni correr, huir, ladrar, clavar, quemar,
callar, golpear, insultar, resistir, despreciar,
azotar, olvidar, estrangular o mentir.
Desear tampoco es un error.

Samuel se da la vuelta.

PASCAL- ¡No cierres los ojos!

JEAN.- Hay que intentar no dormir.
Si duermes estás acabado.

PASCAL.- El Perro se mete en tu cabeza si duermes.

SAMUEL.- Tonterías.

MATHIEU.- Te crees demasiado listo.

SAMUEL.- Ya he estado en otros lugares como éste.
Ya sé que ahora empiezan los sudores,
las noches, los gemidos, las penas, las peleas, los ejercicios, los trabajos…
La vida se ha acabado para mí.
O soy libre o no soy nada.

JEAN.- Aquí dentro puedes ser libre si quieres.
Hay que empezar por no dormir.
Si quieres te podemos contar las cosas que hacemos para no dormir.

MATHIEU.- No le cuentes nada, peor para él.

JEAN (a Pascal).- ¿Qué dices tú?

PASCAL.- Cuéntale, cuéntale, cuéntale.

MATHIEU.- ¿Y si se lo dice al Perro?

JEAN.- ¿Crees que es de ésos?
¿Eres de ésos? ¿Eres de esos bocazas que van largando
todo lo que oyen para ver si consiguen algo más que los demás
y que, al final, acaban con la lengua chamuscada?
Pareces bastante más listo.
No creo que seas de ésos.

PASCAL.- Ésos siempre acaban muy mal, muy mal.
El último se ahorcó en las duchas.

MATHIEU.- Cállate.

PASCAL.- ¡No estoy mintiendo!

MATHIEU.- No he dicho que estés mintiendo, he dicho que te calles.

PASCAL.- Cogió la sábana una noche y la enrolló así,
sin decir nada a nadie.
Mathieu le encontró por la mañana,
hinchado y enrojecido,
mirando los azulejos blancos.
Y empezaste a gritar,
¿te acuerdas, Mathieu, te acuerdas?
Gritabas así:
¡aaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhh, aaaaaaahhh!
Luego vino el Búho y se lo llevaron.
Y ya no hemos vuelto a hablar de él.
¿Cómo se llamaba?

MATHIEU.- No hablamos de los que se han ido.

PASCAL.- Pero ¿cómo se llamaba?
¿Te acuerdas?

MATHIEU.- 308.

JEAN.- ¡Pascal!

PASCAL.- No hablamos de los que se han ido,
ya lo sé, a veces se me olvida.

JEAN.- Ven.

Jean le dice algo a Pascal al oído.
A Pascal le parece una excelente idea y saca los recortes de periódico de Jean.
Jean, Pascal y Mathieu frente a los rostros de los asesinos.

PASCAL.- Lee, vamos lee.

JEAN.- El carnicero de Pigalle.
Se declara culpable en el juicio, no niega nada.
Dice que le gusta el sonido del cuchillo atravesando la carne.
Mete la polla en cualquier sitio, dice: “un agujero es un agujero, qué más da”.
Y después de forcejear y pelear, empieza el placer.
En ese último segundo, mientras se desvanece la vida, alcanza el orgasmo.
No pueden identificar a todas sus víctimas porque las cortaba en trozos
antes de esconderlas en las fosas del alcantarillado.

MATHIEU.- ¿Y éste?

PASCAL.- Está muy flaco.

MATHIEU.- Parece un perro que ha perdido el rastro.

JEAN.- El cazador de ancianos.
Dice que Dios le ordena buscar a los más viejos.
Llama a las casas con la Biblia en la mano,
y ellos le abren la puerta con entusiasmo.
Dice que viene a ayudar a los débiles,
a ahorrarles unos años de sufrimiento.
Su trabajo es hacer justicia,
hay gente que lleva demasiado tiempo en el mundo
y acaban estorbando.
Hay que separar el grano de la paja,
hay que hacer una buena limpieza.
Se quedan dormidos enseguida,
mientras lee los salmos,
y los ahoga con un cojín empapado de lejía.

MATHIEU.- Éste es mi preferido.

PASCAL.- ¿Cuál?

MATHIEU.- La bestia del parque de Chartres.

JEAN.- Promete alcohol gratis a los vagabundos
y se los lleva a los rincones más oscuros del parque,
se detiene cuando dejan de verse los edificios temblando.
Allí no hay escaparates, no hay coches,
no hay carteles luminosos, no hay gritos,
no hay puertas ni ventanas ni tejados,
no hay nadie mirando lo que no debe.
Saca la botella de vodka y escucha el cráneo
del miserable partiéndose en mitad del silencio.
Les rebana la nariz o las orejas
y se las come antes de echarlos al río.

PASCAL.- Se murió en la cárcel ¿verdad?

JEAN.- Le pasaba lo que al fuego:
cuando arde tiene que devorar,
y cuando no puede devorar se apaga sin remedio.
Sólo duró tres días en la cárcel.

(…)

Mathieu intenta conseguir el recorte. Samuel se lo come y luego lo escupe.

JEAN.- Eres de los que nunca pierden el corazón, ¿verdad?
Te lo guardas para ti, lo conservas cuidadosamente
y lo momificas. No tienes heridas.

MATHIEU.- No hay Perro a la vista.

PASCAL.- Contamos asesinos y nos hacemos heridas para no dormir.

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